jueves, 10 de mayo de 2007

Spiderman y el capitalismo

Spiderman y el capitalismo

Esta semana fui a ver “El hombre araña” en su tercera entrega. No es una película tan buena como la primera: el argumento deja mucho que desear, es bastante predecible, se hace lenta y puede aburrir. Sin embargo, los efectos especiales y las escenas de pelea son espectaculares... y para todos los que le tenemos cariño al personaje es un gusto verlo nuevamente colgando de los rascacielos.

Ahora que ya he visto el paquete completo, quiero darme el gusto de hacer unas reflexiones que me daban vueltas en la cabeza desde la primera película. Obviamente, no le voy a pedir a “Spiderman” que sea una película de alto contenido social hecha para “hacer pensar”. Nadie va a ir a verla con esa expectativa. ¡Y, sin embargo, es una película que permite hacerse tantas preguntas! Resulta ad hoc para un cine-forum sobre el capitalismo. El esloveno Slavoj Zizek dice que, en estos tiempos en los que supuestamente ha llegado el fin de las ideologías, es cuando más encerrados estamos dentro de formas de ver la vida que son eminentemente ideológicas. Por ello, dice, en las películas norteamericanas vemos que los gringos pueden imaginarse de todo: desastres naturales, invasiones extraterrestres, el fin de la humanidad, el fin del mundo... pero nunca, jamás, el fin del capitalismo.

Spiderman” es, precisamente, la historia de un buen muchacho que se cuestiona permanentemente acerca de todo: de lo correcto, de lo incorrecto, del sentido de la vida, de la justicia... Pero que nunca, jamás, es capaz de dirigirle esas preguntas a la manera en que está organizado su mundo. Lo interesante de las películas de superhéroes es que ellos “luchan por la justicia”. Esa es la misión y la razón de ser de estos personajes. Pero, ¿alguna vez se han preguntado qué es la justicia? ¿Se han preguntado si su sociedad y sus reglas son justas?

¡Por dios, hace tres películas que Peter Parker trabaja sin contrato y sin ningún tipo de estabilidad! Cuando era empleado de una pizzería, como millones de trabajadores “temporales” de los fast foods alrededor del mundo, era presionado todo el tiempo por su jefe para cumplir con su tarea de la manera más rápida y más eficiente. Me pregunto: ¿su empleador le había contratado algún tipo de seguro médico? Dadas las arriesgadas maniobras que realizaba para entregar el pedido en el tiempo indicado ¡tenía que tratarse de Spiderman para no sentirse preocupado por la carencia de seguridad social! Y, a pesar de todos sus esfuerzos... ¡fue despedido! ¿Le habrán pagado alguna indemnización? ¿O eso ya no se estila?

Cuando entró al periódico Daily Bugle lo hizo en calidad de free lance, de manera que su jefe el simpático JJ Jameson no estaba obligado a firmar ningún contrato con él ni a asumir ninguna responsabilidad como empleador. Las empresas suelen recurrir a esta figura aduciendo que si pasan a planilla a más personas van a dejar de ser “competitivas”. Sin embargo, en la tercera película nos enteramos que la planilla tenía una vacante pues otro trabajador... había sido despedido. Por supuesto, a JJ Jameson no se le había pasado por la cabeza la posibilidad de cubrir ese puesto con alguno de sus fotógrafos estrella. Cuando finalmente las circunstancias lo obligan a hacerlo, elige al más oportunista de ellos, cometiendo un acto que por primera vez es presentado por el guionista como una injusticia patente.

En este punto, el bueno de Peter Parker “lucha por sus derechos”, demostrando el fraude de su rival y consiguiendo la vacante que deseaba... Lo curioso es que lo hace estando inmerso en un estado que el mismo guionista se encarga de dejar en claro que es “negativo”: su actitud “firme y dura” nace gracias a la simbiosis con aquella sustancia alienígena que luego dará origen al personaje Venom y que es descrita por el profesor de Parker (una voz de autoridad dentro de la historia) como un elemento que potencia lo peor de sus víctimas, volviéndolas agresivas.

Pero en esta película la inestabilidad laboral es moneda corriente. La propia novia de Peter, Mary Jane Watson (interpretada por la guapísima Kirsten Dunst) es despedida sin previo aviso, sin mayores explicaciones y sin ningún trámite. Un día llega a su centro de labores (un teatro en Broadway) y se encuentra con que hay otra persona cumpliendo su papel. El único comentario al respecto, de una de las personas que dirigía el ensayo de la nueva actriz, fue referido a los encargados de Producción: “han manejado pésimo esta situación”. Solo queda preguntarse si la Producción de la película ha sabido manejar mejor ese tipo de casos. Esperemos que ningún camarógrafo haya llegado al estudio para encontrarse con que había un chico nuevo y seguramente más barato operando los equipos de grabación.

Ahora bien, el caso más interesante es el del ladrón Flint Marko, quien resulta ser el verdadero asesino del tío Ben. Esta historia es fascinante por las cosas que no se dicen... y que nadie pregunta. Marko tiene una hija que sufre algún tipo de enfermedad grave. Como necesita dinero para la operación, decide robar. La moraleja final de la película es “siempre tienes otra opción”, con lo cual se le resta validez a la excusa “robo por necesidad”. Por supuesto, Marko podría haber escogido otro camino para obtener el diinero que requería. Pero la pregunta interesante es: ¿por qué tenía que conseguir una gran cantidad de dinero para operar a su hija? ¿Por qué dicha operación no era gratuita? O, en todo caso, ¿por qué él, su esposa o la hija no tenían algún tipo de seguro médico que les facilitara las cosas?

Este caso lleva al pobre Spiderman a malbaratear sus elevados conceptos de la justicia cuando, en su primer enfrentamiendo con Marko, trata de rescatar unos dineros robados al banco. El problema aquí reside en que con ello logra hacer coincidir exactamente su ideal justiciero con las normas legales vigentes en su país. Estaremos de acuerdo en que no tiene por qué haber una coincidencia plena entre ambas cosas, ¿verdad? Si el Hombre Araña va a gastar su tiempo y arriesgar su vida para defender los derechos de propiedad de los banqueros, que ya tienen sus propios guardias de seguridad además de a toda la policía de la ciudad cautelando sus intereses, entonces uno no entiende cuál es la gracia. En una ciudad tan grande como Nueva York, podemos estar seguros que en el mismo momento en que Spiderman perseguía a Marko había muchas otras personas con problemas quizás más graves que los del dueño del banco robado. Por ejemplo, una pequeña niña enferma que no puede pagar su operación. Cae mucho más simpático el Chapulín Colorado, a quien no recuerdo nunca tan burdamente identificado con intereses privados de esa naturaleza.

En una de las últimas escenas de la película, Marko explica a Peter Parker su caso y éste, en una muestra de su gran calidad moral, “perdona” al asesino de su tío. Pero lo que a mi no me quedó claro es por qué, si Parker es tan buena onda y se preocupa tanto por los problemas de los demás, nunca se le ocurrió preguntar “Oye, pero ¿qué tiene tu hija?, ¿cómo la podemos ayudar? Mira, la otra vez salvé a la hija del capitán de la policía, quizás él nos pueda hechar una mano...”. No. Simplemente lo perdonó y dejó que Marko se desvaneciera para siempre.

Una mirada superficial a Spiderman ayuda a desnudar algunas lógicas del capìtalismo y, en particular, del capitalismo norteamericano, que hoy por hoy parecen tan obvias que a nadie se le ocurre cuestionarlas. Haz lo correcto. Tú tienes el poder de decisión. Trabaja, estudia, sácate el ancho para ser un triunfador y cumplir todos tus sueños: ser físico, ser actriz, ser fotógrafo. Sé bueno. Y no infrinjas la ley ni te dejes llevar por la ira: toma las cosas siempre por el lado amable. Ayuda a los demás, pero jamás preguntes por qué están en problemas. Y, si quieres luchar por la justicia, ¡ponte del lado de la policía, ayúdala a atrapar ladronzuelos y derrota a tus archienemigos!

Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

1 comentario:

Anónimo dijo...

gran post... aunque, en defensa de uno de mis personajes favoritos, debo decir que lo que hace atractiva la historia del Hombre Araña es que siempre pierde algo. Si te fijas en las historietas o en el dibujo animado, te darás cuenta que Peter Parker nunca gana porque sus acciones terminan por perjudicar las cosas que él más quiere: a la tía May, a Mary Jane, a su trabajo, a su labor como estudiante... es un héroe que gana pero "se queda con las ganas" de disfrutar el triunfo porque sus preocupaciones nunca se terminan (algo así como el traumado de Batman que nunca puede saciar su sed de venganza)... pero esto no hace más que confirmar lo que dices. Ninguno de estos "héroes" o, en algunos casos, "antihéroes" piensa en la posibilidad de que la estructura social sea la gran causa (no la única) de sus desdichas y sus propias aventuras/desventuras... quizás lo que haya con ellos es algún tipo de goce en atrapar criminales, como un sentimiento de realización para mitigar, en algún grado, sus fracasos personales; es decir, negar sus inseguridades y ambigüedades individuales para afirmarse en aquello que puede llevarlos a conseguir seguridad ontológica (prestándonos el termino de Giddens). En este sentido, le dejan al capitalismo la tarea de darles una identidad al reafirmar sus valores luchando contra sus enemigos (como el Capitán América contra Red Skull), pero justifican este hecho desde su experimentación personal de la "injusticia"... al fin y al cabo, tanto DC Cómics como Marvel terminan por crear "héroes" ("antihéroes") que no encuentran salidas, solo ponen parches... aunque sería bueno evaluar qué papel juegan los X-Men en este universo de búsqueda de soluciones, en qué contexto aparecen y cuáles son las críticas que plantean, porque son ellos los que viven más crudamente la coacción del sistema... gracias por el comentario en mi post sobre Spiderman 3

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