La palabra ingenua, 21/05/2007
por runa, comunidad del río hablador
La coca y la Convención de Viena
Fieles a nuestra costumbre, en este artículo pretendemos ir al fondo del asunto (o a lo que creemos que constituye el verdadero fondo del asunto). Dejemos los entretelones y las anécdotas para la gran prensa, que tanto disfruta la menudencia. En este momento, lo que constituye realmente una novedad es que por primera vez se ha puesto en la agenda política peruana un punto que movimientos campesinos y expertos cocólogos han venido cuestionando por años: la Convención de Viena. Desde esta ingenua tribuna agradezco de todo corazón a “chiquitín” por haber dado en el clavo al comprometerse, mediante el Acta de Quillabamba, a “viablizar” el retiro del Perú de dicha Convención. Que ahora se desdiga y “acepte” que fue un error de redacción es lo de menos: el tema ha sido planteado y es momento de discutirlo abiertamente.
Leyendo los diarios y escuchando las declaraciones de los políticos en los últimos días puede uno darse cuenta que hay una pregunta que no ha sido suficientemente tratada: ¿qué es la Convención de Viena? (¡PLOP! ¿No parecía esta la pregunta central?). Pues bien: la llamada “Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes” es el principal instrumento internacional que define en términos generales LA política antidrogas que se aplica a nivel mundial. Recomiendo consultarla en www.unodc.org/pdf/convention_1961_es.pdf. No vamos a hacer aquí un análisis detallado de dicho instrumento, pero sí quisiera mencionar que en el primer párrafo de su Preámbulo, las partes dicen estar “preocupadas por la salud física y moral de la humanidad”. ¡Gracias! Pero alguien podría irle diciendo a los Estados que NO es su función preocuparse por la salud moral de nadie.
Esta Convención tiene cuatro listas de sustancias. La lista uno especifica cuáles son los alrededor de 100 productos sometidos a los controles internacionales más rígidos, e incluye la morfina, la heroína, el opio, el cannabis, la cocaína... ¡y la hoja de coca! Más aún: una nota al pie de página explica que se considera dentro de esta lista cualquier preparado “hecho directamente de hoja de coca”. No me queda claro si con esto se refieren al mate de coca (¡espero que no!), pero según entiendo cualquier caramelo, galleta, torta, etc., enriquecido con harina de coca puede ser considerado, según esta Convención, como un estupefaciente que debe ser controlado. Este es el punto central que ha llevado a campesinos y expertos a denunciar esta tratado: la inclusión de la hoja de coca en esta lista es un despropósito desde todo punto de vista científico.
Este documento es fiel reflejo de la visión conservadora y prohibicionista de los sucesivos gobiernos norteamericanos y es el argumento legal al amparo del cual se ha desarrollado durante los últimos 40 años una feroz “guerra contra las drogas”. Por ejemplo nuestra Ley 22095, “Ley de represión del tráfico ilícito de drogas”, que fue emitida por el Gobierno Militar de Morales Bermúdez el año 1978 y que sigue vigente, es producto de la misma lógica. En su primer Considerando afirma que “la producción ilícita de drogas (...) y la masticación de la hoja de coca constituyen un grave problema social que es necesario superar”. No comprendo por qué aún no ha habido una iniciativa formal de parte de nuestros políticos (algunos de ellos, reputados dirigentes del movimiento cocalero) para derogar o adecuar una norma que destila tamaña carga eurocéntrica y racista, amén de su falta de seriedad científica. Afortunadamente, cada día somos más los que sabemos que la hoja de coca no es una droga sino una planta, que contiene entre otras cosas numerosos alcaloides de diverso uso, y que puede ser aprovechada inteligentemente para la salud y la nutrición.
¿Es posible “salirse” de la Convención de Viena? Varias voces se han levantado en los últimos días para decir que no sería conveniente que el Perú denuncie un instrumento internacional como ese, gracias al cual recibimos millones de dólares en ayuda para combatir el narcotráfico (genial argumento, ¿no? No podemos denunciar un tratado erróneo porque gracias al mismo nos cae un billetito). Pero en cualquier caso, no es indispensable retirarnos y, quizás, no es buena idea fomentar una decisión de esa naturaleza (no se le vaya a ocurrir luego a Alan aprovechar el pánico y retirarse de la Corte Interamericana de Derechos Humanos...). Basta con que se demuestre que la hoja de coca no debe estar incluida en la lista I. Para ello, podemos sumarnos a los esfuerzos que el hermano país de Bolivia está haciendo en ese sentido, con escaso eco internacional hasta el momento. Por cierto, la propia Convención establece un mecanismo por el cual dichas listas se pueden actualizar de manera permanente.
Queriéndolo o sin querer, “chiquitín” puso el dedo en la llaga. Al abrir una ventanita para discutir abiertamente sobre la Convención de Viena, el ahora ex ministro no ha hecho sino cuestionar de manera integral la política “antidrogas” anticientífica, represiva y conservadora que ha asumido el mundo por consejo y presión de los norteamericanos. No importa que dicha ventanita haya sido rápidamente cerrada por Jorgito del Castillo: el tema está planteado.
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Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!
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