lunes, 12 de febrero de 2007

Como dicen por ahí, la revolución no será televisada

La Palabra Ingenua 12/02/2007
Por runa, comunidad del río hablado

Como dicen por ahí, la revolución no será televisada

El problema no es que la señora Rosa María Palacios, que por cierto es una excelente entrevistadora, tenga una opción política que puede calificarse “de derecha”. ¡Eso es totalmente legítimo! El problema no es que la señora Cecilia Valenzuela haya abrazado las doctrinas económicas del liberalismo como solución a los problemas del país. Tampoco que el señor Jaime de Althaus nos restriegue en la cara todas las noches las maravillas del libre mercado y nos alerte contra el peligro que encierran los experimentos populistas. El problema no es que el señor Nicolás Lúcar haya defendido hasta el cansancio (nuestro) el gobierno de Alberto Fujimori que, para mayores señas, era liberal en lo económico y derechista en lo político, además de haber sido corrupto hasta el tuétano. El problema no es, por último, que Jessica Tapia repita todo lo que le dice Genaro Delgado Parker quien es, nuevamente, amante de las bondades del capital (él es amante de todo lo que tintinee en sus bolsillos).

¡El problema es que hemos mencionado a todos los principales programas políticos de todos los canales de TV abierta! Salvo el 11 y el 13, que tienen una sintonía muy reducida y que, también, están monopolizados por opciones conservadoras. La idea queda clara, ¿verdad? Si el espectro político tiene dos extremos, la izquierda y la derecha, e infinidad de matices y contradicciones... en la tele solo tienen voz aquellos periodistas que se encuentran del centro hacia la derecha. ¿Y los demás?

Por supuesto, es innecesario preguntar por qué Telesur no se encuentra en el paquete de canales ofrecidos por Cable Mágico.

Con la tele la cosa es grave. Más aún cuando sabemos que es la principal fuente de información para la mayoría de peruanos. Pero el resto de soportes no se queda atrás. En la prensa escrita el único medio que se atreve a cuestionar al libre mercado como solución mágica es La República. No se puede decir que sea un periódico de izquierda, pero es lo más plural que tenemos. Luego está Perú.21, dirigido por un honesto Álvarez Rodrich que abiertamente es liberal pero que le da tribuna a Nelson Manrique, Guillermo Giacosa y otros articulistas que difieren, en distintas medidas, del pensamiento único neoliberal. Y allí acaba la cuenta. Fritz Du Bois, quien era asesor del Ministerio de Economía de Fujimori, es la voz cantante en la sección económica de El Comercio. De los demás ni hablemos: Expreso y La Razón además de ser de derecha defienden intereses específicos (judiciales); Correo, en manos de Aldo Mariátegui, es casi la némesis del “Ollanta” que sacaba Antauro; y La Primera ha caído en manos de Ricardo Wong (sí, sí, el mismo de los fuegos artificiales de Mesa Redonda).

¿Y la radio? Bueno, también aquí podríamos hablar de Alberto Ku King o de Raúl Vargas (quien muy aparte de hacerle la publicidad a una AFP supongo que debe ser un tipo muy simpático). Pero pensemos en algo más alegre: la música. ¿Qué música se escucha en la radio? Me responderán, y con razón: “todo tipo de música”. Claro. Salsa, cumbia, pop, reggaetón, música en castellano, en inglés... De todo, es cierto. Y... ¿qué letras? ¿Qué temáticas tratan estas músicas tan diversas? A parte del amor, amor despechado, amor no correspondido, amor de esposos, amor de mujer... Por ahí, alguna que otra canción acerca de que la vida es un carnaval o de que soy una ballena de color azul. Ajá. La música que se pasa en nuestras radios también es víctima de un monopolio “ideológico”, salvo honrosas excepciones. Para poner un ejemplo: la canción “Ultraderecha” de Los Prisioneros, que es un grupo muy conocido... ¿se escucha de vez en cuando en algún punto del dial? Y Uchpa, por decir, ¿por qué no recibe la misma atención que Libido? ¿Porque reivindican el quechua? Y la vena crítica, que es la que dio nacimiento al Hip Hop, ¿dónde ha quedado? ¿Por qué los únicos raperos que suenan en la radio son los que le cantan al amor (sic) y no los que hacen sorna del capital? Siendo que todos estos son buenos grupos con buenas canciones, que además “pegan” y tienen su público, ¿qué ocurre?

Esta enumeración de omisiones y censuras en los medios de comunicación peruanos es inutil. Es obvio que hay una hegemonía de las derechas y de ciertas visiones de lo que “vende” y lo que “no vende”, de lo que es “mediático” y lo que “no es mediático”, de lo que es “noticia” y lo que no lo es. Pero aún hay quién piensa que esto no es así. O, lo que es peor, reconociendo que esto ocurre piensa que... ¡no se puede hacer nada al respecto!

Tan evidente como que los televidentes, lectores y radioescuchas somos víctimas de una situación de monopolio ideológico que recorta la amplitud y pluralidad de la información que recibimos es el hecho de que no solo podemos sino que debemos hacer algo al respecto. Con la tele es clarísimo: hay un monopolio absoluto de un bien escaso y público: el espectro radioeléctrico. Así que es obligación del Estado procurar que exista pluralidad informativa. No es posible que los señores Ivcher, Delgado Parker y demás tengan libertad de hacer lo que quieran con nuestro espectro por los siglos de los siglos amén. Con la radio ocurre lo mismo. Más aún: en los últimos años ha tenido lugar una progresiva concentración de la propiedad , y ahora vemos (está bien: oímos) que diversas estaciones tienen, cada media hora, el momento de las noticias “gracias a RPP”.

Hace unos años la Veeduría Ciudadana promovida por la ONG Calandria propuso una excelente (y, desde mi punto de vista, aún tímida) ley que buscaba precisamente promover la pluralidad y establecer controles civiles sobre los negocios de la “comunicación”. Aterrados, los amos y señores de los medios lanzaron una agresiva campaña en la que tachaban a este razonable proyecto de “mordaza”. La gran lección aprendida: con buenas formas estos caciques no están dispuestos a entender.

Con la prensa escrita, eso sí, la figura es distinta. Ante la abundancia de medios de extrema derecha, nada impide a quienes pensamos distinto editar nuestros propios periódicos y tratar, así, de equilibrar la imagen del mundo que se lleva el público en los quioscos de las esquinas. Nada salvo el financiamiento, claro. Las publicidades de doble cara de la Telefónica, los folletos acerca de las bondades de las AFP y los suplementos sobre los seis meses de Gobierno aprista, tan a disposición de los grandes diarios, no acuden con la misma facilidad a “apoyar” proyectos alternativos. Y, además, es poco probable que tales proyectos alternativos se sintieran cómodos con las presiones comerciales que vienen de la mano, inevitablemente, con las grandes cuentas publicitarias. Pero el aspecto financiero es siempre solucionable, y solo la falta de iniciativa y de capacidad de acción que, en todos los campos (no solo el mediático) ha demostrado la izquierda peruana explican la virtual inexitencia de medios escritos y masivos críticos a las lógicas predominantes. No hay, en este campo, impedimentos técnicos (como sí los tendría quien quisiera inaugurar una nueva señal televisiva).

Así pues, sí se pueden hacer cosas. ¡Hagámoslas cuanto antes! ¿Cuánto tiempo más vamos a permitir que los Genaros, los Ivcher y los Aldos Mariátegui tengan colonizadas nuestras mentes y secuestrado nuestro derecho a la información?

Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

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