viernes, 28 de diciembre de 2007

¿Pollada o evento social?

La Palabra Ingenua 29/12/2007
Por runa, comunidad del río hablador

¿Pollada o evento social?
De Fiscales y desencuentros

¡El Fiscal y el testigo no se podían comunicar! Estaban en la misma sala, hablaban el mismo idioma y se referían a los mismos hechos, pero el Fiscal José Antonio Peláez y Tomás Livias, víctima de la matanza de Barrios Altos, ¡no se podían comunicar! La audiencia de ayer en el juicio a Fujimori ha sido alucinante porque ha mostrado (una vez más) que aquello de las dos repúblicas sigue tan vigente como en el siglo XVII.

Tomás Livias es famoso por haber sobrevivido a los 27 balazos que le dispararon miembros del grupo Colina el 3 de noviembre de 1991. Ahora es doblemente famoso, pues es la primera víctima de las violaciones a los derechos humanos de los 90 que se enfrenta cara a cara con el (que está acusado de ser) autor intelectual de las mismas. Pero más allá de la notoriedad que él hubiera preferido no ganar (tiene una bala alojada en la columna vertebral y sufre de paraplejia), Livias es un hombre sencillo: un vendedor ambulante como miles, un migrante como millones, un peruano común y corriente.

Parece que una cosa tan fácil de entender no forma parte del sentido común del Fiscal Peláez ni de los vocales de la sala que preside César San Martín. El testimonio de Livias empezó con una pregunta del Fiscal cuyo objetivo, supongo, era demostrar que el atentado paramilitar había frustrado sus proyectos. Pero la pregunta estaba, por lo menos, muy mal formulada: “En aquella época, ¿cuál era su proyecto de vida?”. ¿Qué necesidad tienen estos abogados de hablar en difícil? ¿No podían preguntarle simplemente qué planes tenía para el futuro, o qué le hubiera gustado hacer si no lo hubieran dejado en una silla de ruedas?

Como Livias no supo responder a las elucubraciones filosóficas de Peláez, la siguiente pregunta fue más concreta: “¿Cuáles eran sus actividades en aquel entonces?”. Y la respuesta fue también muy concreta, pero ¡sobre otro tema!: “Sí, un compañero de trabajo me había vendido la tarjeta para la actividad profondos agua y desagüe”. Dos significados distintos para la palabra “actividad”: para el Fiscal, es sinónimo de “chamba”; para Livias, es sinónimo de “pollada”.

Luego, uno de los vocales intervino para precisar cuál era la “chamba” de Livias, y le preguntó: “Usted ha dicho que se dedicaba al comercio ambulatorio. Díganos exactamente a qué rubro se dedicaba”. Y Livias empezó a enumerar: “Sí sí, comercio ambulatorio de helados, era albañil, gasfitero...”. En ese momento el vocal le interrumpe y le explica que él no ha pedido que cuente todos los trabajos que ha realizado en su vida, sino que precise a qué se dedicaba en noviembre de 1991. Y Livias insistió: “De todo un poco pues, hasta lustrabotas y emolientero era”. ¿En qué mundo vive ese vocal? ¿No sabe que una inmensa mayoría de peruanos no tiene un trabajo fijo sino que se la tiene que buscar como pueda todos los días? Livias le dictó al doctor una breve clase magistral de realidad nacional.

La última: el mismo vocal quiso saber a qué se refería Livias cuando decía que había ido a la pollada (o a la “actividad”, como prefieran) con algunos compañeros de trabajo: ¿eran todos vendedores de helado? Pero la respuesta era simple: eran amigos que se habían conocido en la calle chambeando en distintas cosas. “Compañeros de trabajo” no son para Livias los demás empleados de una misma empresa, sino las otras personas que salen a parar la olla en la misma zona.

Todos los que participaron de ese interrogatorio utilizaron un lenguaje “elevado” que estaba absolutamente fuera de lugar. La única excepción podría ser Gloria Cano, abogada de la parte civil. Los demás no comprendían que el objetivo de un interrogatorio es obtener información útil, y no demostrar que los abogados hablan bonito. ¡Había un abogado que se rehusó todo el tiempo a decir “pollada” y se refería a la actividad de Barrios Altos como un “evento social”! Al final de la sesión, Livias puso la nota graciosa al asegurar que había visto a Fujimori una vez, antes de que sea presidente, comprando repuestos en La Parada. No sé si será verdad, pero de lo que estoy seguro es que Fujimori tiene mucha más calle que cualquiera de los señoritos vocales y fiscales que por dárselas de cultos no lograron comunicarse con un testigo esencial.

Si para el sistema judicial es tan difícil comunicarse con un vendedor ambulante que vive en un barrio popular de la Lima tradicional, ¿cómo será de lejana la justicia para un quechuahablante o para un asháninka? Si los jueces y fiscales no pueden hablar como una persona urbana común y corriente, ¿a quién le puede sorprender que nadie confíe en la Justicia y que nadie sienta que el Estado es suyo?

Esta no es la distancia entre dos sectores: ni siquiera entre dos países: son dos mundos distintos que no pueden entablar diálogo entre sí. Quizás este juicio es la verdadera Comisión de la Verdad (valga la redundancia). No sólo porque atrae más a la tele que la CVR, ni solo porque confronta a víctimas y victimario, sino porque al ser un proceso que forma parte de nuestra institucionalidad real (qué más real que el Poder Judicial), se desnudan todas nuestras taras y desencuentros. Es una oportunidad fabulosa para mirarnos al espejo y entender por fin qué cosas tenemos que empezar a cambiar. Todo eso más allá del caso judicial concreto, que espero que se resuelva con transparencia y firmeza.

Esta es la última ingenuidad del año, así que aprovecho para enviar mis mejores deseos para los próximos 365 días. ¡Abrazos!

Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

miércoles, 26 de diciembre de 2007

"Feliz" 2008

Los judíos celebraron el 12 de setiembre el inicio del año 5768.
En el mundo andino, el 21 de junio empezó el año 5515.
El próximo 18 de febrero, los chinos festejarán el año nuevo 4706.
Para los musulmanes, el 10 de enero empezará el año 1429.

¿De qué sirve, entonces, que dentro de 7 días algunos digamos “feliz 2008”?

Que sirva, por lo menos, para presionar “stop” y preguntarnos si la vida nos está llevando por el camino que queremos caminar. Todos los pueblos han reservado un momento del año en el que el tiempo debe transcurrir más lentamente. Que estas “fiestas” no se queden en la locura de la compraventa ni en el bailetón del 31 sino que sean una buena excusa para revisar qué hemos hecho bien y qué podemos mejorar.

Que sirva, también, para darnos cuenta de lo pequeños que somos. Muchas veces actuamos como si la historia empezara y terminara con nosotros. ¿Qué somos para una humanidad que lleva casi 200 mil años caminando? ¿Qué somos en un planeta en el que la vida apareció hace tal vez 3 mil millones de años? El mundo occidental es como un adolescente que tiene que aprender a mirar con respeto a sus abuelos, quienes saben desde hace mucho que solo estamos de paso y que somos hijos e hijas de nuestra pachamama.

Con cariño, mis mejores deseos para los próximos 365 días.
runa (a) Paul, desde la comunidad del río hablador
http://lapalabraingenua.blogspot.com

(Haz clic en la postal para verla en su tamaño original)

lunes, 17 de diciembre de 2007

No se hagan los wones

La Palabra Ingenua 18/12/2007
Por runa, comunidad del río hablador

No se hagan los wones
El capital no tiene patria

Carlos Ferrero dijo: “Lamento que la familia Wong, tan identificada y emblemática (...), haya aceptado esta propuesta que nos despoja (...) de algo que era muy nuestro (...) Poco a poco lo que los chilenos esperan es que el Perú se convierta en una colonia".

Varios años antes, su tocayo Carlos Marx había dicho: “La burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo (...). Con gran sentimiento de los reaccionarios, le ha quitado a la industria su base nacional”.

¡Qué buen ojo! La compra de la tradicional cadena de supermercados Wong por parte de la chilena Cencosud muestra con claridad que el capital no tiene patria. Pero en vez de rasgarnos las vestiduras y de preguntarnos si el Corso de Fiestas Patrias del próximo año será a ritmo de cueca, debemos decir que no hay nada de qué lamentarse.

La ruptura de las barreras nacionales (aquello que en tiempos de Kant y Marx se llamaba “cosmopolitismo” y que ahora llamamos “globalización” como si acabáramos de descubrir el fuego) es una buena noticia. ¿Cómo así? Pues resulta que al atreverse a actuar de forma tan “antipatriótica”, el capital realiza un movimiento de vanguardia que establece condiciones inmejorables para destruir aquella fantasía ideológica que se llama “nacionalismo”. (Sí, sí, ya sé: “fantasía ideológica” es casi una redundancia, pero solo es para que quede clara la idea).

Las patrias no existen: las naciones no existen. Esas son construcciones ideológicas, cuentos que nos han contado para que cantemos los mismos himnos y desfilemos en las mismas fechas. Ahora, con el nuevo negocio de los Wong, los trabajadores que durante años se han visto obligados a vestir como chalanes por 28 de julio tienen motivos para pensar que, en realidad, no había mayor vínculo entre ellos y el señor Erasmo que el estrictamente laboral. El hecho fortuito de haber nacido del mismo lado de la frontera solo servía como excusa para crear una supuesta identidad “nacional” que cohesionara a la organización empresarial. Ahora ellos pasan a ser compañeros de los trabajadores chilenos de Cencosud y de los 85 mil empleados que la empresa tiene en Latinoamérica.

Esta conciencia de que hay un vínculo entre los trabajadores sea cual sea su país de origen es lo que antes se llamaba “internacionalismo proletario”. Es a la reacción (léase, a la derecha “nacionalista”) a la que le interesa que nos creamos que todos los que nacimos en un mismo país tenemos los mismos intereses (que suelen ser los suyos). De esta manera, invisibilizan todo conflicto de clase, de género, étnico, etc, bajo el argumento de la “unidad nacional”. Pues no señores: las luchas son latinoamericanas (y globales) porque los problemas, y las contradicciones sociales, también lo son. Con esto no niego que existen elementos progresivos en el nacionalismo, sobretodo en regiones que han sido (y siguen siendo) sometidas por un poder colonial. Pero son eso: elementos. El nacionalismo, en términos generales, es una corriente reaccionaria.

Una gran pregunta ronda en las cabezas de las y los amas y amos de casa que el día de mañana deberán hacer, inevitablemente y más allá de estas exquisiteces ideológicas, sus compras de la semana: ¿dónde michi compro? Aquellos que no quieran comprarle “a los chilenos” porque de esa manera alientan la “chilenización” de nuestra economía, sí que se encuentran en un grave problema. Cencosud es chilena y ahora es dueña de Wong, Metro y Eco; y Falabella, la dueña de Tottus, también es chilena. Nos quedan Plaza Vea, Vivanda y Santa Isabel, de los banqueros Rodríguez Pastor (dueños de Interbank). Pero, desde nuestra ingenuidad de siempre, pensamos que la mejor alternativa es simple: ¡comprar en los mercados!

Un mercado es la mejor opción. Por un lado, la relación productor-comprador es mucho más cercana que la que se da en un supermercado: si bien no deja de ser importante el rol de los intermediarios, estos son menos, de manera que también es menor la tajada que se llevan del precio final que pagamos. Por otro lado, los productos son más variados y más sanos: en el mercado encuentro papa huayro, chuño, coca y frutas que jamás soñaré encontrar en Wong. Hay quien se queja de que el mercado no es tan limpio ni tan seguro como el “súper”. Pero esto no tiene por qué ser así. Allí donde la cooperativa se pone las pilas y sabe que la competencia es dura, las cosas funcionan muy bien. Por ejemplo, el mercado Ciudad de Dios en San Juan de Miraflores, que recién conocí hace pocas semanas, no tiene nada que envidiar a ningún supermercado; por el contrario, tiene mucho más que ofrecer.

Pero el modelo “mercado cooperativo” es mejor que el modelo “mall” por un motivo adicional: es más democrático. En una cooperativa, todos son dueños; en un súper, uno es dueño y los demás son empleados (muchas veces eventuales...). Hace pocos años privatizaron el mercado municipal de Barranco (¡el colmo!). Recién aquella vez me dí cuenta en toda su magnitud de la diferencia: si allí antes trabajaban un centenar de familias cada una sacando adelante su negocio propio, ahora trabajan quizás un centenar de muchachos sacando adelante el negocio de los dueños de Metro (es decir, ahora, de los “amigos” de Cencosud).

A esta idea podrían darle vueltas los trabajadores del Grupo Wong (por cierto, ¿alquien sabe si tienen un sindicato? He buscado en Internet y parece que no). Tal vez con el tiempo, si se consolida aquello que antes se llamaba “conciencia de clase”, podrían llegar a reclamar la propiedad cooperativa de aquello que ellos mediante su trabajo, y no solamente los señores Wong, han forjado durante décadas.


Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

martes, 11 de diciembre de 2007

Una (nueva) historia en 3 escenas

La Palabra Ingenua 11/12/2007
Por runa, comunidad del río hablador

Una (nueva) historia en 3 escenas
América latina: una década en el banquillo de los acusados

Escena uno: Alberto Fujimori, desencajado, grita “soy inocente” sin entender cómo es que los peruanos desagradecidos no le rendimos culto por habernos salvado del terrorismo y de la crisis económica. Escena dos: tres países andinos impulsan procesos constituyentes distintos (y con distinto éxito), pero todos en la línea de fortalecer el rol económico del Estado y de los espacios comunitarios. Escena tres: siete países sudamericanos firman el acta de fundación del Banco del Sur, una especie de banco cooperativo multiestatal en el que cada miembro tiene un voto independientemente de su aporte de capital. ¿Qué ha pasado en América latina?

Fujimori es un personaje perfecto para los años 90, década que encarna a la perfección junto con Carlos Saúl Menem, Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Salinas de Gortari y otros ilustres personajes. Pero no encaja en la década de los 2000 en la que América latina le ha dado la espalda a las políticas que estos señores implementaron de la manito de la CIA y el Fondo Monetario Internacional. Pero al menos Fujimori gobernó en concordancia con el contexto regional. En cambio Alan García siempre lo hace todo al revés: es estatista en pleno neoliberalismo y neoliberal luego del fracaso estrepitoso de ese modelo. En realidad parece que los políticos peruanos no entienden nada de lo que ha pasado en la región. Así que vamos a ayudarles un poquito.

Durante los 90 se impuso un modelo que, más que por medidas específicas (ajuste fiscal, privatizaciones, etc: las conocemos de paporreta), se caracteriza por un rasgo general: la política fue desplazada por la economía. Ante la crisis, los “expertos” decidieron que había llegado el momento de ocuparse de nuestros asuntos. Los programas políticos desarrollistas fueron rebajados a la categoría de “sueños bonitos”, inservibles para la ciencia “exacta” de la economía “consensuada” en Washington. Pero para destruir el “Estado elefantiásico” y los intereses corporativos a él articulados, se requería de la mano dura de los militares y, sobretodo, de mucha maña para neutralizar a la sociedad civil y a las organizaciones populares.

Pues bien: la política está de vuelta. Y resulta que las organizaciones sociales, que habían sido perseguidas y cuyos dirigentes habían “desaparecido”, siguen aquí vivitas y coleando. La transformación que ha tenido la región en estos últimos años no se reduce a la elección de presidentes de signo político parecido: por el contrario, estas elecciones sólo son el resultado del rol protagónico que han asumido los movimientos sociales y las organizaciones civiles.

Eso es lo que pensaba el lunes mientras veía a Gloria Cano y a Carlos Rivera, de APRODEH y del IDL respectivamente, asumiendo la defensa de las víctimas de la guerra sucia fujimorista; y a Gisela Ortiz mirando a la cara al hombre que mandó asesinar a su hermano. Ellos han sido protagonistas de la resistencia durante años, y son ejemplo vivo de que sí tiene sentido organizarse y denunciar los abusos del poder. Sinceramente, cuando yo gritaba “¡el chino a Yanamayo!” en las marchas contra Fujimori en el 2000 lo tomaba sólo como una consigna justa, pero no como una sanción factible. La fe y la convicción de los organismos de derechos humanos nos dan una lección a todos: sólo la sociedad civil organizada puede encargarse de que la justicia se haga efectiva.

Cuando el tribunal que juzga a Fujimori entró en receso, cambié de canal y encontré a Cristina Fernández agradeciendo, con la voz quebrada, el ejemplo de las madres de Plaza de Mayo que “se atrevieron allí donde nadie se atrevía”. En Argentina ya se derogaron las leyes de obediencia debida y punto final, también gracias al punche y a la organización popular.

Pero los movimientos sociales no solo han logrado llevar ante los tribunales a los corruptos y a los violadores de derechos humanos. También han logrado que se hagan realidad algunas de sus propuestas programáticas. Quizás el mejor ejemplo es la formación del Banco del Sur. Esta noticia ha sido invisibilizada por los medios de comunicación peruanos (¡viva la libertad de expresión!) cuyo análisis chato es que se trata del “banco de Chávez”. ¡Plop! El “banco de Chávez” ha sido fundado por los presidentes de Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Uruguay y Paraguay, y Colombia y Chile han manifestado públicamente su intención de participar en el proceso. La perspectiva de largo plazo es la de conformar un sistema financiero integracionista que, entre otras cosas, comprendería una moneda única. Además, se espera que progresivamente las reservas internacionales de la región sean depositadas en este nuevo banco. América latina tiene 111 mil millones de dólares en reservas, casi todas en bancos de EEUU donde rinden un interés bastante bajo. Esos mismos bancos nos prestan dinero a tasas de interés mucho más altas, lo que, como dijo Chávez el fin de semana, es “de tontos”. Ya nos podemos imaginar el pánico que le produce a EEUU que en los próximos años más de 100 mil millones de dólares salgan de su sistema financiero.

Pero lo más notorio de esta propuesta es que surge desde la sociedad civil (por eso es tanto más risible el mote estúpido de “banco de Chávez”). Hace ya varios años los movimientos sociales que trabajan el tema de la deuda externa vienen proponiendo la conformación de una “arquitectura financiera” distinta, y la idea de fondos regionales que puedan ser alternativas frente al fracaso del FMI y del Banco Mundial ha sido lanzada en innumerables documentos y foros. Hoy, que el Banco del Sur es una realidad, los movimientos siguen atentos para que este instrumento cumpla con sus objetivos originales. Por ejemplo, las organizaciones vinculadas a la campaña contra el ALCA hicieron pública una carta abierta donde plantean propuestas concretas.

El único país que está fuera de esta iniciativa es el Perú. ¡Es una vergüenza! Todos nuestros políticos y los medios de comunicación celebran la aprobación del TLC (¿?) y no dicen ni pío sobre el Banco del Sur. Alan García se pone de espaldas a la historia. ¿Podemos permitir que un Presidente arrogante y ciego se mantenga al margen de un proceso que a todas luces es estratégico, más allá de que uno sea de derecha, de izquierda o marciano?

No puedo dejar de mencionar los tres procesos constituyentes que tienen o han tenido lugar en estos días en Ecuador, Bolivia y Venezuela. La redacción de nuevas Constituciones también tiene que ver con el rol protagónico de las organizaciones populares. El año 2000 participé de un evento en Bolivia en el que la CSUTCB, un poderoso gremio campesino, tenía como consigna la convocatoria a una Asamblea Constituyente para refundar el país e incluir a los pueblos originarios. Hoy, Bolivia está por someter a referéndum la primera Constitución Política elaborada con la participación de una mayoría indígena -a pesar del sabotaje de la derecha, que ha buscado por todos los medios el fracaso de la Asamblea. Ecuador, por su parte, está en los inicios del proceso, y Alberto Acosta -el impulsor de la iniciativa de “dejar el petróleo bajo tierra” y uno de los que ha trabajado desde hace años el tema de la arquitectura financiera regional- ha sido elegido de manera unánime como Presidente de la Asamblea. Por su parte, Venezuela ha conseguido que su Constitución antineoliberal que fue aprobada en 1999 sea ¡por fin! asumida y defendida hasta por la derecha. Debo decir, por cierto, que estoy muy contento de que la reforma autoritaria propuesta por Chávez haya sido rechazada y, también, por el hecho de que el oficialismo haya aceptado su derrota. Pero es una pena que se haya mezclado la paja con el trigo y que no se haya votado la reforma por ejes temáticos separados. De esa manera, rechazar despropósitos como la reelección indefinida y la concentración de poderes ha significado también rechazar reformas progresivas como la reducción de la jornada laboral, la prohibición de la discriminación por orientación sexual y la ampliación del concepto de propiedad.

Estamos en un nuevo tiempo en el que la sociedad civil tiene suficiente fuerza como para hacer realidad sus exigencias de justicia, sus propuestas económicas y hasta sus diseños de Estado. Estos procesos no están sepultando el capitalismo: tan solo están dejando atrás el neoliberalismo, esa versión radical, antinacional y corrupta de la economía de mercado. Aún nos quedan muchas batallas por librar a los que creemos que el capitalismo, además de ser injusto, está llevando al planeta derechito al abismo. Pero esta semana densa nos deja una imagen muy gráfica de lo que está pasando en nuestra región: mientras Fujimori y su década neoliberal y antipolítica están en el banquillo de los acusados, América latina está construyendo las bases para un futuro diferente.


Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

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