martes, 14 de octubre de 2008

"Aceitando" el sistema

La Palabra Ingenua 14/10/2008
Por runa, comunidad del río hablador

Aceitando” el sistema

El Gobierno de Alan García ha superado rápidamente el escándalo de corrupción que le explotó en la cara la semana pasada nombrando como Presidente del Consejo de Ministros a Yehude Simons, un personaje que puede ser polémico por uno y otro motivo, pero que nadie acusaría de ladrón. Casi al mismo tiempo, los Gobiernos del Grupo de los 7 han aprobado un programa de rescates bancarios y regulaciones que buscan superar lo más rápidamente posible la crisis financiera que explotó recién, pero que estaba anunciada desde hacía meses. Eventualmente, la presencia de Simons en la PCM y la inyección de miles de millones en el sistema financiero aliviarán en algo ambas crisis. Pero la pregunta es, ¿enfrentan el verdadero problema?

La codicia está en el centro del sistema capitalista”. La frase no es de un intelectual crítico: es de Roberto Abusada, conocido neoliberal director del Instituto Peruano de Economía (IPE) y antiguo funcionario del fujimorismo, durante una reciente entrevista con Jaime de Althaus sobre la crisis financiera. Acto seguido, Abusada completó su idea: “y este sistema es el que mayor bienestar la ha traído a la humanidad”. Esa es la doctrina, la ideología que está en el fondo de todos estos procesos: la codicia privada es el motor que mueve el progreso de la economía. Pero uno puede preguntarse: si la codicia está en el centro del sistema, ¿no es natural que los funcionarios y lobbistas hagan lo imposible por “aceitar” a quien haya que “aceitar” para conseguir un “faenón”, como dice Rómulo León en los petroaudios? ¿No es también lógico que los banqueros jueguen a sacarle el máximo provecho posible al sistema financiero sin preocuparse por posibles consecuencias futuras?

Si la codicia está en el centro del sistema, la corrupción y la irresponsabilidad también lo están. Lo increíble es que el establishment político y mediático sea incapaz de establecer este vínculo evidente y enfoque ambas cuestiones como temas ético-morales o técnicos, que se resuelven simplemente con más fiscalización y mejores regulaciones. El sentido común que ve como natural que la codicia privada tenga las puertas abiertas está asentado a tal punto, que Jorge del Castillo se defendía hace poco de las acusaciones de corrupción diciendo que él “sólo” se había reunido con el empresario dominicano Fortunato Canaán, pero que en esa reunión no había habido “dolo”. Pero, ¿por qué es “normal” que un gran empresario extranjero que quiere invertir en el país tenga facilidades para reunirse con las máximas autoridades políticas? ¿No existen oficinas, funcionarios, procesos comunes y corrientes? No: el dogma dice que como el gran capital privado trae progreso, debe tener interlocución directa con quien le dé la gana. Ojalá los dirigentes de una comunidad indígena o de un sindicato tuvieran la misma facilidad para ubicar al Premier.

Muchos de los principales escándalos de corrupción de los últimos años tienen que ver con estas “reuniones”. Los Ejecutivos de Newmont sabían que tenían que negociar sin ascos con Vladimiro Montesinos y ahora manejan la principal mina de oro de América; una tratativa similar le costó al asesor de Alejandro Toledo, César Almeyda, algunos años en prisión cuando facilitó el ingreso de la cervecera Bavaria al país. Pero ¿cuántas de estas reuniones tienen lugar diariamente sin que lleguen a cristalizar en “actos de corrupción”? Dionisio Romero se encontraba habitualmente con Montesinos; no se le ha probado nada “doloso”, pero ¿qué tenía que conversar con él? De igual manera, hace poco se supo que directivos de la transnacional Monsanto se reunieron con Alan García el 2007 para ofrecerle “invertir” en el país; luego, el huayco de decretos de junio del 2008 abrió las puertas a la introducción de cultivos transgénicos. ¿Casualidad? Ese huayco también incluyó una serie de decretos muy resistidos por las comunidades indígenas, pues ponían en venta sus tierras. ¿Cuántas “reuniones” con “inversionistas” que codiciaban esas tierras habrán precedido a la elaboración de dichas normas?

A pesar de que los analistas económicos lo presenten como un fenómeno de naturaleza distinta, las crisis financieras tienen que ver con esta lógica. Los banqueros internacionales sacaron de Argentina, de noche y en secreto, varios miles de millones de dólares durante la crisis del 2001, mientras la gente común y corriente sufría los efectos del “corralito”. Pero, dicen, es lo normal porque los banqueros serán codiciosos, pero traen bienestar y progreso. En 1999 el Estado peruano inició la operación de rescate del Banco Wiesse, un año después de un salvataje similar para el Banco Latino. Pero es lo normal, dicen, porque ¿qué nos haríamos sin sistema financiero? El dogma asegura que hay que premiar y fomentar la codicia privada, y si algo sale mal hay que inyectar dinero para que todo continúe como si nada hubiera pasado.

Las crisis que atacan por varios flancos están obligando al sistema a replantearse algunas cosas. A nivel mundial se vienen años de mayor regulación y de intervención estatal y nacionalizaciones, luego de la farra neoliberal. A nivel nacional, Yehude en el premierato significa un giro, al menos discursivo, hacia la concertación, luego de dos años de confrontación e intolerancia; parte de ese giro depende de una gestión que ponga énfasis en criminalizar la corrupción, así como el Gabinete Del Castillo lo puso en criminalizar la protesta. Ambos procesos son maneras inteligentes de reacomodar aquello que ya no podía seguir funcionando igual, aunque no toquen el meollo del problema.

Aparentemente, se deja sin piso muchos de los reclamos que ha levantado el movimiento social durante mucho tiempo, y se plantea la necesidad de nuevos análisis. Así es: es momento de dar un nuevo paso. Tras años de reclamar reformas y redistribución de la riqueza, las crisis nos exigen una crítica al corazón del sistema: a la codicia privada como motor de la economía. Si pensamos un sistema social que esté organizado alrededor de los derechos humanos y del bienestar colectivo, entonces no existirá crisis del negocio hipotecario: existirá derecho a la vivienda; tampoco existirán corruptelas en la concesión de lotes petroleros: existirán procesos de explotación racional, con la participación directa de las comunidades que habitan en esos lotes.


Nota: este documento ha sido elaborado con Ubuntu como sistema operativo y OpenOffice como procesador de textos y ha sido colgado en Internet usando Firefox como navegador. Todos son sistemas de software libre con código abierto y elaborados colectivamente por la comunidad de usuarios a nivel mundial. Otra economía, cooperativa, libre y solidaria, no solo es posible: ¡ya está siendo construida!

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