martes, 26 de febrero de 2008

La ley de la selva: la política según Alan

La Palabra Ingenua 27/02/2008
Por runa, comunidad del río hablador

La ley de la selva: la política según Alan

Ayer martes participé, junto con muchos compañeros y organizaciones, de un velatorio simbólico en memoria de los ciudadanos muertos a causa de la represión policial durante el Paro Agrario de la semana pasada. Por la tarde pude ver la cobertura de la acción en un canal de televisión. Luego de decir que “los manifestantes rechazaron la muerte de los campesinos”, el locutor agregó la siguiente frase: “olvidando que los mismos protagonizaron destrozos a la propiedad pública y bloqueos de carreteras”. Justamente ese es el punto: ¡qué tiene que ver una cosa con la otra!

Hasta donde llega mi experiencia, la policía cuenta con gases lacrimógenos y otros artilugios que le permiten “dispersar” a los que salimos a protestar. Según mi humilde punto de vista, se trata de métodos bastante efectivos. El uso de armas de fuego, en cambio, solo tiene sentido para enfrentarse a un peligro de la misma naturaleza. Disparar contra personas desarmadas es, simple y llanamente, un crimen. No importa si la persona está bloqueando una carretera o si su protesta es “racional” o “irracional” a juicio del Ministro del sector. ¿No se dan cuenta que estamos juzgando a los miembros del grupo Colina precisamente por que creyeron que la pertenencia a un grupo político determinado hacía a un ciudadano pasible de ser asesinado?

Lo más notorio esta mañana fue la reacción policial desproporcionada que fue, finalmente, positiva para nosotros. Las instituciones y grupos que convocamos pensamos que sería buena idea pre-concentrarnos minutos antes de la acción a unas cuadras del Ministerio del Interior, que era el punto a donde debíamos llegar. Lo hicimos en una pileta que se encuentra cerca del Paseo de la República, a la altura de Corpac, en San Isidro. Pero cuando quisimos realizar nuestra “marcha fúnebre” nos dimos con la sorpresa de que la gloriosa Policía Nacional del Perú había cercado la rotonda y no nos permitía transitar libremente por la calle. Es que 15 personas con ataúdes y repartiendo volantes representábamos un terrible peligro para la seguridad del Estado. ¿Supongo, no? Porque de lo contrario no comprendo que la Policía nos haya prestado tanta atención cuando seguramente a unas cuadras del lugar alguien estaba siendo asaltado.

Encerrados alrededor de una pileta, no nos quedó otra que dar vueltas con nuestros ataúdes y repartir los volantes a los transeúntes. Pero cuatro patrulleros, dos portatropas y un pinochito en el corazón de San Isidro es algo que llama la atención, así que rápidamente llegaron Canal N, La República, Agencia Perú y otros medios. Allí, los compañeros del grupo de teatro Arena y Esteras realizaron una performance muy atractiva que giraba alrededor de la violencia y la represión. Mientras tanto, las organizaciones y ciudadanos que habían recibido la convocatoria ya se encontraban frente al Ministerio del Interior, y valientemente decidieron iniciar la acción a pesar de que estaban, también, rodeados de “seguridad”. Según me cuentan, en ese punto hubo cerca de cincuenta personas, que corearon los nombres de Rubén Pariona, Emiliano García, Julio Rojas y Santiago Lloclla exigiendo justicia. Allí también hubo abudante prensa, y el despliegue policial no pasó desapercibido.

El resultado fue que, gracias a las directivas represivas dadas por Luis Alva Castro, el peor Ministro del Interior que hemos tenido en años, se realizaron dos concentraciones en vez de una.

Aproveché para preguntar a los policías qué opinaban. No esperaba que me respondieran, porque son entrenados para convertirse en seres impenetrables al diálogo con los manifestantes: ellos cumplen órdenes. Pero igual noté que varios de ellos se sentían ridículos “conteniendo” una acción de esa naturaleza. En un momento, tratando de picarle el diente a un oficial que exigía que me retire de la pista, le dije “¿por qué no me meten un balazo de una vez, como hicieron con los compañeros campesinos?”. Y me respondió, ofendido: “no nos metas a todos en el mismo saco. No todos somos iguales”. Supongo que hay descontento policial. No debe hacerles mucha gracia salir a defender a un Ministro que ni siquiera puede comprarles patrulleros nuevos, que solo sigue en el cargo porque es aprista y que, encima, les manda a disparar a sabiendas de que van a ser rechazados por la población. Fujimori les “hacía saber” a los Colina que tenían todo su respaldo y todos han terminado presos. La idea de que las políticas represivas duran poco y que tarde o temprano la justicia se abre paso debe haber calado por lo menos un poco en por lo menos una porción de las fuerzas policiales.

La reacción de la prensa y de las personas que observaron el acto y dialogaron con nosotros también fue en general positiva. Pero lo más interesante es que empezamos a articularnos desde Lima con las luchas que se llevan a cabo en el resto del país. Lamentablemente, el centralismo mental de la prensa hace que a pesar de que el país se esté incendiando, si en Lima no pasa nada quiere decir que, simplemente, no pasa nada. Total los serranos son bárbaros y sus protestas carecen de sentido (sic). Así que realizar acciones en Lima para expresar nuestro respaldo y nuestra solidaridad con las luchas de las otras regiones del país es fundamental. Aprovecho para convocar a la marcha que esta mañana tendrá la CGTP, desde la Plaza Dos de mayo, con la misma exigencia de justicia.

Durante el Gobierno de Alejandro Toledo, al menos 15 personas fueron asesinadas por la policía mientras protestaban. No recuerdo que se haya realizado alguna acción reclamando justicia. Es como si en algún momento hayamos reducido el período de violencia política a los 20 años estudiados por la CVR y hayamos olvidado que matar manifestantes desarmados es, también, una violación contra los derechos humanos. Si las cifras no mienten, Alva Castro solito ya tiene 11 muertos en su conciencia (en caso de que tenga algo así como una conciencia).

Hace un año, escribíamos en esta misma columna que “en solo seis meses han pasado demasiadas cosas como para no darnos cuenta del camino que el Gobierno aprista ha escogido: evitar cualquier cambio sustantivo y reprimir a cualquiera que se queje”. Ahora han pasado demasiadas cosas más, y si no decimos fuerte y claro ¡BASTA!, luego será demasiado tarde. Alan García tiene que estar notificado: no vamos a permitir ni un asesinato más.

Y, si no comprende el mensaje, solo quedará repetirle lo que el genio de Carlín sugirió la semana pasada: esta vía lleva a la destitución de los presidentes, como ya le ocurrió a Gonzalo Sánchez de Lozada en Bolivia y a Fernando de la Rúa en Argentina.

Nota: este documento ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

miércoles, 20 de febrero de 2008

Campesinos asesinados: ¿otra vez impunidad?

La Palabra Ingenua 20/02/2008
Por runa, comunidad del río hablador

Campesinos asesinados: ¿otra vez impunidad?

Julio Rojas Roca, Rubén Pariona Camposano y Emiliano García Mendoza. No olvidemos los nombres de estos compañeros, asesinados por la policía que al parecer tenía órdenes de despejar las carreteras a cualquier costo. Los tres tienen impactos de bala en el cráneo. El primero de ellos murió en Barranca el lunes. Pariona y García fueron ultimados en Ayacucho el martes. A estas muertes debemos sumar la de un poblador de Caylloma que, huyendo de la represión y los gases lacrimógenos, cayó por un barranco.

En medio de la violencia social desatada en el marco del paro agrario, Jorge del Castillo ha invocado a los fiscales a actuar “con firmeza” y a “no ser complacientes”. ¿Se refería a las acusaciones fiscales contra los policías que dispararon con armas de fuego a campesinos desarmados? No: se refería a los “grupos de agitadores”. A los policías nadie les ha dicho nada porque finalmente ellos están cumpliendo su deber: proteger el “orden público” y la “gobernabilidad”.

Total, a los policías que matan gente en las manifestaciones nadie les dice nunca nada. Los policías que mataron a Isidro Llanos en agosto del 2006 (recién estrenadito el segundo alanismo) cuando protestaba contra la empresa minera Yanacocha, no se les ha podido probar nada porque todos se cubren entre sí. Los militares que mataron a Edy Quilca Cruz el 2003, cuando había tomado la Universidad del Altiplano junto con otros cientos de estudiantes, estaban cumpliendo órdenes. También pasaron piola los asesinos de Melanio García, poblador de Ayabaca que se oponía a las operaciones de Minera Majaz. Lo mismo pasó en los casos de Edgar Pinto y Fernando Talavera, muertos durante la represión durante el arequipazo del 2002 (cuando Fernando Rospigliosi era ministro del Interior). Wilfredo Ardito tiene una detallada recopilación de los 12 muertos de Toledo. La mayoría de estas muertes han tenido lugar durante los famosos “Estados de emergencia”, en los que el poder político renuncia a la política, es decir, a la negociación y solución colectiva de los conflictos. En ese marco tanto la policía como las FFAA se sienten amparadas por la ley y creen estar obligados a usar cualquier método para cumplir con las órdenes que han recibido.

Por supuesto, a estos muertos durante manifestaciones hay que sumarles los “misteriosos” asesinatos nunca esclarecidos de dirigentes sociales. Nunca olvidemos a Godofredo García, ingeniero que se oponía a la inversión minera de la Manhattan en Tambogrande, Piura. No nos olvidemos tampoco de Edmundo Becerra, dirigente rondero de Yanacanchilla, Cajamarca. Ambos fueron asesinados por desconocidos y por razones desconocidas, pero ambos (curiosamente) se oponían a la actividad minera. ¿Mera coincidencia?

Estamos en pleno juicio a Fujimori, escuchando los escalofriantes testimonios de los agentes de Colina que piensan que los asesinatos que cometieron estaban justificados por razones de Estado. Hemos salido de una época de violencia política, hemos tenido una Comisión de la Verdad y tenemos ya varios casos judicializados por violaciones contra los derechos humanos. ¿Los nuevos policías de la “democracia” tienen las mismas nociones que Martin Rivas, que Telmo Hurtado o que el almirante Giampietri respecto de los derechos de las personas? ¿Hasta cuando va a seguir vigente la lógica según la cual el Estado puede matar a gente desarmada para “garantizar la paz social”?

Hoy el titular de El Comercio es: “Dirigentes pierden el control del paro agrario: 4 muertos y 171 revoltosos detenidos”. ¿Debemos entender que para El Comercio, finalmente, la culpa de las muertes es de los dirigentes por convocar a la protesta y no de la policía por disparar? O sea, finalmente, ¡para qué protestan pues, estos perros del hortelano...!

Desde la Palabra Ingenua, nuestra más profunda solidaridad con las familias de las víctimas de la represión policial.

¡Cárcel para los policías asesinos! ¡Nunca más impunidad!

Nota: este documento ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

viernes, 8 de febrero de 2008

La agenda política de Alan y la nuestra

La Palabra Ingenua 08/02/2008
Por runa, comunidad del río hablador

La agenda política de Alan y la nuestra

Alan García, 2005: “No se debe vender o privatizar todo para darle estabilidad a la economía. Hay que apoyar la inversión actuando en la economía. El ejemplo de Chile, donde la principal productora de cobre es una empresa pública, es un ejemplo de gobierno responsable”

Alan García, 2007: “Para que haya inversión se necesita propiedad segura (...) la inversión podría hacer milagros (pero lo impide ) el viejo comunista anticapitalista del siglo XIX (que) se disfrazó de proteccionista en el siglo XX y cambia otra vez de camiseta en el siglo XXI para ser medioambientalista”

¿Bipolaridad? ¿Demagogia? Alan García, luego de anunciar el fin de la era de las privatizaciones al asumir el cargo de Presidente por segunda vez, ha inundando la agenda legislativa con proyectos para privatizar la selva, el patrimonio arqueológico, las cárceles, la educación y sabe dios con qué novedades nos saldrá proximamente. No creo que Alan sea una persona tonta, así que dudo que su visión de desarrollo, bastante más complejizadora hace solo unos años (cuando se trataba de oponerse al toledismo económico) se haya vuelto chata repentinamente. Y como un año y medio es demasiado tiempo para que dure el bajón de un maniaco-depresivo, tampoco creo que el litio tenga mucho que ver con esto. Demagogia pura y simple: los votos peruanos, como los de todo el continente, están buscando algún tipo de cambio, y si Alan quería ganar las elecciones del 2006, su discurso no se podía quedar atrás.

Claro, como ahora la modalidad ya no es vender empresas (después del arequipazo del 2002 eso ya está muy mal visto) sino recursos naturales, el concepto “privatización” parece más difuso. Pero no nos dejemos confundir: se trata de la expansión del modelo privatista. Felizmente que las cosas están algo movidas y ya no es tan fácil como antes imponer los proyectos que buscan entregar a inversionistas privados cosas que antes eran derechos, bienes o responsabilidades colectivos. La Ley 29164, de concesión del patrimonio cultural y arqueológico, está por ser derogada por el parlamento luego de paralizaciones masivas en el Cusco y protestas en varias ciudades. El proyecto 480, o “ley de la selva” que busca vender terrenos de la Amazonía que el Gobierno considere “eriazas”, también está generando reacciones en el oriente, al punto que el Frente Patriótico de Loreto, siguiendo el ejemplo de los comuneros de Piura, ha convocado a una consulta popular para este 24 de febrero. Lástima que otras propuestas estén pasando piola, como la municipalización de la educación, que está en marcha y que en otros países ha significado la entrega del sector a manos privadas con fines de lucro. Nadie se ha levantado contra la municipalización, excepción hecha del SUTEP, a quien debemos aplaudir por ello. La otra propuesta que casi no ha levantado polémica es la privatización de las cárceles. Para una visión crítica sobre el negocio mundial de la administración de establecimientos penitenciarios, recomiendo leer este foro.

Pero no viene al caso repetir lo que ya todos sabemos: la onda retro del Gobierno, la demagogia alanista, el modelo primario exportador y el aislamiento del Perú dentro del proceso regional, etc. Más que cuestionar el neoaprismo converso, esta ofensiva privatizadora nos tiene que llevar a cuestionar el papel y la capacidad real de los movimientos sociales y las organizaciones que de una u otra manera somos críticas al credo de la sacrosanta inversión.

Cuando decimos que en todo el continente soplan vientos de cambio, ¿estamos hablando de un fenómeno natural? Es obvio que no: al fracaso de las políticas (neo)liberales hay que sumarle el trabajo permamente y articulado de movimientos y activistas. No podemos imaginar el replanteamiento que el Parlamento mexicano está solicitando para el capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) sin el levantamiento zapatista y sin la larga campaña “el campo no aguanta más”. No podemos imaginar al gobierno ecuatoriano planteando la tesis vanguardista de “dejar el petróleo bajo tierra” sin diez años de insurreciones indígenas que derrumbaron un presidente tras otro. No podemos imaginar la nacionalización de los hidrocarburos de Bolivia, la sanción de leyes que consagran la expropiación definitiva de fábricas tomadas por los trabajadores en Argentina o la misma fundación del Banco del Sur si no es gracias a la acción sostenida de movimientos críticos ligados al espectro alterglobalización, de organizaciones de base y, también, de los partidos de izquierda. Tampoco podemos imaginar un Barack Obama con posibilidades reales de ser presidente del país más poderoso de la tierra sin tomar en cuenta el significado del movimiento antibélico, sin saber qué cosa es ANSWER o quién es Cindy Sheehan. No sé que significa exactamente “cambio” en un país como EEUU, pero no se puede negar que la sociedad civil organizada ha tenido un rol gravitante en la renovación de la agenda política norteamericana, al punto que la gran carta que muestra Obama en su campaña es que él sí se atrevió a votar en contra de la guerra.

¿Y en qué andamos nosotros? ¿Por qué no tenemos capacidad de convertir el descontento que se saborea en la calle en una agenda política propia? ¿Cómo hemos dejado que la iniciativa política esté en manos de un presidente que todos reconocen como mentiroso y que levanta un programa de gobierno de 1920? En medio de la ofensiva privatista más fuerte que hemos enfrentado desde que acabó el ajuste estructural fujimorista, y en un año de cumbres y contracumbres, estamos obligados a poner en cuestión nuestra timorata agenda política y a preguntarnos por qué, a pesar de todo, seguimos tan débiles y tan divididos. Mucho me temo que este año clave no parece el más apropiado para lograr reunirnos en torno a un proyecto común. La presencia de Chávez en mayo seguramente marcará un momento de tensión, y la convocatoria de Ollanta a una contracumbre en noviembre, lastimosamente, viene de la mano con la ausencia de algunos sectores puristas de la misma. Fácil no es. Pero es claro que la articulación de movimientos críticos en el marco de la resistencia al proyecto alanista y a la elite transnacional que nos visitará va a definir, en buena medida, las posibilidades de recuperar la iniciativa política transformadora en los años venideros. Por eso, aprovecho para felicitar a los compañeros que desde ya se han comprado el pleito de organizar la Cumbre Social de los Pueblos en mayo y la Cumbre de los Pueblos Andinos en noviembre.

Nota: este documento ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

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