Tengo la suerte de haber estado en la última función de la obra "11 y 12" que el elenco de Roberto Gómez Bolaños ha presentado en Lima durante 16 días consecutivos. Sin duda, la más emotiva de las funciones. Por favor, ruego que nadie espere en este momento una nota objetiva: todo lo contrario, esto lo escribo con las emociones a flor de piel.
Al final de los saludos y en medio de una ovación que nadie quería terminar, Chespirito citó la canción mexicana que reza "dicen que no se siente la despedida / dile a quien te lo dijo que se despida".
¡Cómo no va a doler la despedida! ¡Cómo no va a doler la despedida!En medio de la ovación, decía, Chespirito se deshizo en agradecimientos. ¡Somos nosotros quienes te tenemos que agradecer a tí, Roberto! ¡Gracias, de todo corazón, gracias!
Al menos durante 30 años las generaciones urbanas de América latina hemos aprendido que debíamos ser honestos como el Chavo, que debíamos ser bienintencionados como el Chapulín, que no debíamos ser soberbios como lo eran Kiko y su mamá, que debíamos ser honrados como el Chompiras, pero que también debíamos ser lúdicos y juguetones, como Chaparrón Bonaparte y como todos los personajes que nos ha regalado este creador inagotable.
Si pudieramos hacer el cálculo de cuánto de nuestro humor cotidiano ha bebido del doble sentido y del sarcasmo agudo que Chespirito recogió de "las vecindades" y convirtió en un estilo inconfundible, podríamos tener una noción de la deuda que le tenemos. Ese estilo inconfundible se repite en "11 y 12": sencillo, predecible, lleno de los mismos juegos del lenguaje que conocemos de memoria pero que inevitablemente nos llevan a la carcajada una y otra vez. Eso sí: el humor es adulto, lleno de referencias sexuales y de dobles sentidos picarones. Quienes queríamos ver en vivo y en directo a nuestro inocente Chavo del 8 como un recuerdo importante de la infancia, nos pelamos. Pero mejor aún, pues la esencia del mensaje de Chespirito no está encerrada en una etapa de la vida: es, más bien, una actitud ante la vida.
Por ahí he leído críticas miopes acerca de las relaciones políticas de Chespirito. ¿Es de derecha? ¿Por qué apoyó a Fox? ¿Ha sido funcional durante años al "sistema"? Creo que más allá de las coyunturas políticas, en las que los mezquinos siempre encontrarán algo que criticar, los guiones de Chespirito son de una ácida capacidad de denuncia. Basta ver qué papeles ha protagonizado siempre, para entender con qué sectores se siente identificado: el niño huérfano, el choro, el aguatero de "El Chanfle", el superhéroe sin superpoderes. "11 y 12" no es la excepción: interpreta al camionero al que se le echa la culpa de todo. Chespirito nunca invisibiliza las diferencias sociales: por el contrario, las hace visibles, las protagoniza, las cuestiona, y toma partido. En fin, no se trata en este momento de hacer un sesudo análisis seudo sociológico, pero no quería dejar de mencionar el tema.
Este es el año de las Cumbres, pero este mes hemos tenido aquicito nomás la visita internacional más importante de todas. De lejos, Roberto Gomez Bolaños es uno de los más grandes genios latinoamericanos vivos, y estoy seguro que dentro de 30 años seguiremos riéndonos con las mismas ganas de los mismos chistes, así, sin querer queriendo.
Termino copiando los gritos que se escucharon al final de la obra: "¡genio!", "¡maestro!"... "¡No te vayas, Chavo!"
¡¡GRACIAS!!
Al final de los saludos y en medio de una ovación que nadie quería terminar, Chespirito citó la canción mexicana que reza "dicen que no se siente la despedida / dile a quien te lo dijo que se despida".
¡Cómo no va a doler la despedida! ¡Cómo no va a doler la despedida!En medio de la ovación, decía, Chespirito se deshizo en agradecimientos. ¡Somos nosotros quienes te tenemos que agradecer a tí, Roberto! ¡Gracias, de todo corazón, gracias!
Al menos durante 30 años las generaciones urbanas de América latina hemos aprendido que debíamos ser honestos como el Chavo, que debíamos ser bienintencionados como el Chapulín, que no debíamos ser soberbios como lo eran Kiko y su mamá, que debíamos ser honrados como el Chompiras, pero que también debíamos ser lúdicos y juguetones, como Chaparrón Bonaparte y como todos los personajes que nos ha regalado este creador inagotable.
Si pudieramos hacer el cálculo de cuánto de nuestro humor cotidiano ha bebido del doble sentido y del sarcasmo agudo que Chespirito recogió de "las vecindades" y convirtió en un estilo inconfundible, podríamos tener una noción de la deuda que le tenemos. Ese estilo inconfundible se repite en "11 y 12": sencillo, predecible, lleno de los mismos juegos del lenguaje que conocemos de memoria pero que inevitablemente nos llevan a la carcajada una y otra vez. Eso sí: el humor es adulto, lleno de referencias sexuales y de dobles sentidos picarones. Quienes queríamos ver en vivo y en directo a nuestro inocente Chavo del 8 como un recuerdo importante de la infancia, nos pelamos. Pero mejor aún, pues la esencia del mensaje de Chespirito no está encerrada en una etapa de la vida: es, más bien, una actitud ante la vida.
Por ahí he leído críticas miopes acerca de las relaciones políticas de Chespirito. ¿Es de derecha? ¿Por qué apoyó a Fox? ¿Ha sido funcional durante años al "sistema"? Creo que más allá de las coyunturas políticas, en las que los mezquinos siempre encontrarán algo que criticar, los guiones de Chespirito son de una ácida capacidad de denuncia. Basta ver qué papeles ha protagonizado siempre, para entender con qué sectores se siente identificado: el niño huérfano, el choro, el aguatero de "El Chanfle", el superhéroe sin superpoderes. "11 y 12" no es la excepción: interpreta al camionero al que se le echa la culpa de todo. Chespirito nunca invisibiliza las diferencias sociales: por el contrario, las hace visibles, las protagoniza, las cuestiona, y toma partido. En fin, no se trata en este momento de hacer un sesudo análisis seudo sociológico, pero no quería dejar de mencionar el tema.
Este es el año de las Cumbres, pero este mes hemos tenido aquicito nomás la visita internacional más importante de todas. De lejos, Roberto Gomez Bolaños es uno de los más grandes genios latinoamericanos vivos, y estoy seguro que dentro de 30 años seguiremos riéndonos con las mismas ganas de los mismos chistes, así, sin querer queriendo.
Termino copiando los gritos que se escucharon al final de la obra: "¡genio!", "¡maestro!"... "¡No te vayas, Chavo!"
¡¡GRACIAS!!
5 comentarios:
jamàs te diran diganme licenciado
Aun cuando me se de memoria los chistes, el solo ver otra vez algun capitulo del chavo del 8 me divierte de la misma manera que cuando niño. Amigo, intuyo que pronto nos reiremos de los mismos chistes pero esta vez con nuestros hijos y si hay suerte y salud con nuestros nietos. Un abrazo
obviamente no podrías hacer un analisis sociologico porque no tienes la capacidad intelectual para hacerlo se nota en tus escritos
recuerdo de niño reirme a más no poder.
ya de joven me parecian algo tontos sus chistes
pero si de sinceridad se trata y abriendo un poquito más los ojos ese hombre es un genio sin duda alguna y nos sentimos orgullosos de que sea latino y se identifique con los sectores mas marginados de la sociedad
viva chespirito!!!
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