Vladimiro,
Tu encuentro de hoy con Arberto, luego de ocho años en los que no se han visto las caras (pero sí han hablado por teléfono y han intercambiado comunicaciones, ¿o crees que somos tarugos?) ha sido uno de los eventos más divertidos de los últimos años. Todos lo esperábamos con ansias. Pero, ¿3 HORAS DE INTERROGATORIO? Tanto tiempo esperando y, ¿3 horitas de nada? Ay tío, te pasas, nos dejas con la mermelada en los labios.
Bueno, el análisis sesudo se lo dejo a los sicólogos. A los sicólogos, digo, porque creo que en realidad contigo los análisis políticos están de más. Estás sepultado junto con tu proyecto de autoritarismo corrupto y subordinado a EEUU. Ya estás condenado a 20 años de cárcel, y estás tan quemado que nadie va a mover un dedo por tí. No tienes juego político, y por eso tu última esperanza es salir a limpiar a Arberto, quien tiene al menos algunos congresistas...
Pero en cambio los análisis sicológicos... ¡qué delicia contigo! Esas guiñaditas, esas risitas, ese dedo señalador, ese tono de voz impositivo y la manera como mirabas a Arberto luego de cada intervención... No comprendí si estabas buscando su aprobación o, más bien, estabas tratando de adivinar su reacción. Y la soltura con la que Arberto se carcajeó cuando dijiste eso del café y de Máximo San Román... Pude leer en la frente de nuestro ex presidente y hoy presidiario un pensamiento fugaz y nostálgico, algo así como "puta, me había olvidado lo cague de risa que era este tío".
Pero Vladimiro: tu ego te pierde, otra vez. Te hago notar dos momentos en los que tu estrategia se te fue al diablo por culpa de tu soberbia.
Primero, cuando estabas hablando del coronel Córdoba (me perdonarás si me equivoco de apellido, aquel que se fue a Ecuador para hacer un trabajo de inteligencia). Primero dijiste "YO lo envié a esa misión, yo le hice que se quede tantos meses y yo le dije que regresara en tal fecha". Con eso, echaste por la borda tu táctica inicial de aparecer como "subordinado" que solo daba "sugerencias" y que no tenía "mando" ni "comando". Al toque el fiscal te hizo notar tu incongruencia y rectificaste: "yo le pasé la voz de que había chamba y él postuló, y aquí la institución lo designó para irse a Quito".
Y luego, cuando hablaban de tu cuñado Cubas Portal. El fiscal te preguntó si habías presionado a un jefe de una institución militar para que le diera chamba. Y tu respuesta fue algo como "pero para qué iba a ir donde el peón si yo tenía acceso directo al patrón". Y explicaste que te referías al entonces ministro de Defensa. Minutos antes habías sostenido que tú no tenías potestad ni siquiera para proponer, que te limitabas a "sugerir". Pero nuevamente, la soberbia te traicionó.
Y es que si tu línea de defensa es hacerte pasar por mosquita muerta, entonces ¿dónde metes todo ese ego grande como un tumor que acumulaste durante 10 años, al tiempo que hacías crecer también tu billetera y el tamaño de tus crímenes? Es natural que se te escape.
Tu encuentro de hoy con Arberto, luego de ocho años en los que no se han visto las caras (pero sí han hablado por teléfono y han intercambiado comunicaciones, ¿o crees que somos tarugos?) ha sido uno de los eventos más divertidos de los últimos años. Todos lo esperábamos con ansias. Pero, ¿3 HORAS DE INTERROGATORIO? Tanto tiempo esperando y, ¿3 horitas de nada? Ay tío, te pasas, nos dejas con la mermelada en los labios.
Bueno, el análisis sesudo se lo dejo a los sicólogos. A los sicólogos, digo, porque creo que en realidad contigo los análisis políticos están de más. Estás sepultado junto con tu proyecto de autoritarismo corrupto y subordinado a EEUU. Ya estás condenado a 20 años de cárcel, y estás tan quemado que nadie va a mover un dedo por tí. No tienes juego político, y por eso tu última esperanza es salir a limpiar a Arberto, quien tiene al menos algunos congresistas...
Pero en cambio los análisis sicológicos... ¡qué delicia contigo! Esas guiñaditas, esas risitas, ese dedo señalador, ese tono de voz impositivo y la manera como mirabas a Arberto luego de cada intervención... No comprendí si estabas buscando su aprobación o, más bien, estabas tratando de adivinar su reacción. Y la soltura con la que Arberto se carcajeó cuando dijiste eso del café y de Máximo San Román... Pude leer en la frente de nuestro ex presidente y hoy presidiario un pensamiento fugaz y nostálgico, algo así como "puta, me había olvidado lo cague de risa que era este tío".
Pero Vladimiro: tu ego te pierde, otra vez. Te hago notar dos momentos en los que tu estrategia se te fue al diablo por culpa de tu soberbia.
Primero, cuando estabas hablando del coronel Córdoba (me perdonarás si me equivoco de apellido, aquel que se fue a Ecuador para hacer un trabajo de inteligencia). Primero dijiste "YO lo envié a esa misión, yo le hice que se quede tantos meses y yo le dije que regresara en tal fecha". Con eso, echaste por la borda tu táctica inicial de aparecer como "subordinado" que solo daba "sugerencias" y que no tenía "mando" ni "comando". Al toque el fiscal te hizo notar tu incongruencia y rectificaste: "yo le pasé la voz de que había chamba y él postuló, y aquí la institución lo designó para irse a Quito".
Y luego, cuando hablaban de tu cuñado Cubas Portal. El fiscal te preguntó si habías presionado a un jefe de una institución militar para que le diera chamba. Y tu respuesta fue algo como "pero para qué iba a ir donde el peón si yo tenía acceso directo al patrón". Y explicaste que te referías al entonces ministro de Defensa. Minutos antes habías sostenido que tú no tenías potestad ni siquiera para proponer, que te limitabas a "sugerir". Pero nuevamente, la soberbia te traicionó.
Y es que si tu línea de defensa es hacerte pasar por mosquita muerta, entonces ¿dónde metes todo ese ego grande como un tumor que acumulaste durante 10 años, al tiempo que hacías crecer también tu billetera y el tamaño de tus crímenes? Es natural que se te escape.
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