lunes, 8 de enero de 2007

La Edad Media: ¡Véala hoy!

La Palabra Ingenua 08/01/2007
Por runa, comunidad del río hablador

La Edad Media: véala hoy!

En todos nuestros países vecinos soplan vientos de cambio. Quizás en algunos muy débilmente y, para colmo, en direcciones contradictorias... pero de todas formas el aroma de la tormenta es inconfundible. Mientras tanto, en el Perú estamos viviendo una sorprendente “onda retro” represiva. Repentinamente se han vuelto a poner de moda las estrategias antisubversivas de los 80, el lenguaje de la prensa basura de los 90 e, inclusive, la labor de los extirpadores de idolatrías del siglo XVI. Reeditando la vieja alianza APRA-UNO de fines de los 60, el segundo Alan co-gobierna con la derecha de Unidad Nacional, que ocupa cargos “técnicos” clave para el poder económico, y con el fujimorismo, que pone sus periódicos al servicio de lo que sea con tal de paralizar la extradición del prófugo. Los principales grupos empresariales y la propia Iglesia juegan su papel en este remake de las épocas de la Santa Inquisición que tiene un solo objetivo: que nada cambie.

En solo seis meses han pasado demasiadas cosas como para no darnos cuenta del camino que el Gobierno aprista ha escogido: evitar cualquier cambio sustantivo y reprimir a cualquiera que se queje. Quizás uno de los primeros pasos fue la Ley sobre las ONG, una herramienta para intimidar a las organizaciones civiles críticas, especialmente las ambientalistas y las de derechos humanos. Luego vino el Estado de emergencia en Chiclayo y, hace muy poco, en Abancay. En este último caso, la represión dejó como resultado dos muertos con balas en la cabeza y un muchacho parapléjico que se encuentra desatendido en el Hospital Dos de Mayo. A esto podemos sumarle las ya numerosas detenciones arbitrarias de varios compañeros de pequeños grupos de izquierda: dos estudiantes de la UNI hace unos meses, dos militantes de Todas Las Voces hace sólo unos días... A estas detenciones por motivos “ideológicos” se suma otra aún más grave: la de ocho ronderos de la comunidad ayacuchana de Chaca. Como en los viejos tiempos de la guerra interna, luego de un atentado sangriento (en el que murieron cinco policías y tres civiles) era necesario capturar a alguien, a quien sea, con tal de tener a quién echarle la culpa. Los campesinos han sido acusados de ser los autores del atentado pese a que los peritajes han demostrado que no manipularon ningún tipo de arma de fuego: llevan más de 15 días presos y son, aparentemente, inocentes. Al menos ha habido una evolución en las estrategias “antisubversivas”: hace 20 años simplemente los hubieran matado, como ocurrió en Cayara durante el primer Gobierno alanista. No puedo terminar esta incompleta enumeración sin mencionar el contundente fallo que la Corte Interamericana de DDHH ha emitido contra el prófugo Fujimori. El APRA, en vez de reconocer que el Estado peruano asesinó a más de 40 presos en 1992 sin que mediara motivo aparente (no había motín ni ninguna situación incontrolable), ha empezado a jugar con la idea de retirar al Perú de la CIDH, tal como lo hizo el extraditable alguna vez.

Los vientos autoritarios están golpeando fuerte. El que no quiera ver la evidente relación entre todos estos hechos se arriesga a que dentro de unos años sea demasiado tarde. Pero estos vientos no soplan solo desde la alianza APRA-UN-AF. Ha empezado a florecer un sentido común represivo que incluye a la Iglesia, a los medios, a los grupos empresariales y, lo que es mucho más terrible, a buena parte de la población.

En el sur del país la Iglesia ha iniciado una nueva campaña de extirpación de idolatrías. Ya parece haber cumplido con la primera parte: expulsar a muchos de los obispos simpatizantes de la teología de la liberación o, simplemente, cercanos a los pobladores, y reemplazarlos con sacerdotes conservadores del Sodalicio de Vida Cristiana, del Opus Dei y de otras congregaciones. A juzgar por declaraciones de los nuevos obispos, la segunda parte del plan consiste en catequizar a los campesinos “a la antigua”, erradicando las prácticas “paganas” de los aymaras y quechuas ignorantes. Por el lado empresarial, nadie personifica con más elocuencia este resurgir de los comportamientos mafiosos que Minera Yanacocha. Desde el inicio del nuevo período alanista, la empresa norteamericana parece gozar de mayor impunidad que antes, si cabe. El Poder Judicial arrastra los pies para esclarecer los asesinatos de Isidro Llanos, en Combayo, y de Edmundo Becerra, en Yanacanchilla, y la hostilizanción en contra del personal de la ONG ambientalista GRUFIDES.

Incluso la propia Municipalidad de Lima tiene un papel que cumplir en este escenario. Con una concepción ridícula de la seguridad se ha dedicado a hostilizar a los grupos de activistas que solían reunirse alrededor del jirón Quilca y se ha hecho de la vista gorda cuando matones contratados agredieron a los gestores del Centro Cultural El Averno. Hoy estuve en el Boulevard de la Cultura de Quilca, en cuyo auditorio he participado de innumerables actividades de todo tipo hasta hace un año, pues necesitaba alquilarlo para un nuevo evento. La respuesta del encargado fue increíble: “si es para cosas políticas,no; ahora solo lo alquilamos para presentaciones de libros”. Las reiteradas presiones de la Policía y de la Municipalidad han logrado que este espacio, que hasta hace no mucho era el hábitat natural de una enorme diversidad de movimientos, sea tragado por el sentido común macartista y oscurantista. “Si es para política, no”. El retorno de la antipolítica.

Como decía Bertolt Brecht: “Cuando los nazis vinieron por los comunistas / me quedé callado; / yo no era comunista. / Cuando encerraron a los socialdemócratas / permanecí en silencio; / yo no era socialdemócrata. / Cuando llegaron por los sindicalistas / no dije nada; / yo no era sindicalista. / Cuando vinieron por los judíos / No pronuncié palabra; / yo no era judío. / Cuando vinieron por mí / no quedaba nadie para decir algo”.

¿Vamos a esperar a que no quede nadie para reclamar?

Nota: este documento ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

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