miércoles, 3 de diciembre de 2008

Te lo agradezco, pero no

La Palabra Ingenua 04/12/2008
Por runa, comunidad del río hablador

Te lo agradezco, pero no

En su artículo del domingo, Jorge Bruce – rescatado por La República de las fauces de Fritz Du Bois, nuevo capitán de Perú.21 – hace una seria advertencia con relación a la reciente acción atribuida a Sendero Luminoso en Pumahuasi. Bruce dice que el asesinato de aquellos cinco policías “debería sacudirnos como una bofetada del letargo”, y que los limeños no deberíamos caer en la indiferencia, como lo hicimos durante la guerra interna. Nos llama a “sentir esas muertes como propias” pues “esos uniformados cayeron por defendernos a todos” en esta “guerra de la coca”. ¿La guerra de la coca? Agradezco la preocupación, doctor, pero esa no es mi guerra.

Comprendo el mensaje de Bruce. En los años 80, miles de peruanos morían en la carnicería de la guerra entre SL y el Estado, pero los limeños sólo nos dimos por enterados cuando los coches-bomba empezaron a estallar en Miraflores. Esa actitud no puede repetirse, a riesgo de caer en la misma indolencia e incapacidad de reacción.

Pero Bruce, citando a Jaime Antezana, bautiza esta como la “guerra de la coca”. Y eso lo cambia todo. Y tiene razón. No se trata de una guerra movida por la “lucha de clases” ni por el fanatismo ideológico, como la de los 80. Estuve en Tingo María la misma semana del atentado y pude escuchar con mis propios oídos la versión que todos manejan: actualmente, las dos columnas que Artemio dirige en la zona se mueven como agentes de seguridad de los traficantes de cocaína antes que como promotores de un alzamiento popular.

El tráfico de cocaína financia a las supervivientes huestes de Sendero en el alto Huallaga, y quién sabe también a las reorganizadas filas de Vizcatán. Ese mismo dinero también circula, y por montones, por nuestra fuerza policial. ¿Ha visto usted a los policías de tránsito realizar sus “operativos” cuyo única finalidad es coimear a vista y paciencia de todo el público usuario, y también de sus propios superiores? Ahora coloque mentalmente a esos mismos efectivos a cuidar las carreteras de la selva, por donde diariamente circulan cientos de miles de dólares en polvo. El resultado es obvio: para pasar hay que pagar, y allá todo el mundo lo sabe.

El dinero de la cocaína está en la política y está en las discotecas de San Isidro donde se oferta libremente este producto – y a las que asisten los hijos de congresistas, jueces y militares. El dinero de la cocaína está lavándose en hoteles, bancos y todo tipo de negocios. Es como la piratería, que se vende abiertamente en El Hueco, al frente de las oficinas de la Fiscalía y del Poder Judicial. Y es que si a un campesino se le paga 80 soles por arroba de coca y luego se vende en Nueva York un gramo de cocaína por cien dólares, ¡es imposible luchar contra ese negocio!

La “guerra de la coca” no es, como parece plantearlo Bruce en su artículo, la lucha entre “el narcoterrorismo” y las fuerzas del orden. Y tampoco es la lucha entre “el narcotráfico (que) infiltra y corroe a las élites del país” y los ciudadanos éticos que no se corrompen con el dinero sucio. No, no, nada de eso. La “guerra de la coca”, que en palabras de Gustavo Gorriti es nuestra propia “guerra de los 30 años”, es una doctrina impuesta por el prohibicionismo militarizante norteamericano, la estrategia más inútil del mundo para desincentivar un vicio cualquiera.

Es el mejor negocio del mundo convencernos de que esta es “nuestra” guerra. El negocio del narcotráfico es la guerra. El precio es alto gracias a que está prohibido, y solamente en esa medida es una fuente de enriquecimiento rápido, que es su gran atractivo. Para la Policía también es negocio que haya guerra y violencia. En el Alto Huallaga, Artemio tiene entre 40 y 60 hombres y el Estado tiene a 400 policías. ¿Cómo es posible que en tantos años aún no se haya desactivado esas dos columnas de SL? Muy sencillo: mientras haya estado de emergencia en la zona, las prerrogativas de la Policía son amplias... y la corrupción es más fácil. Y bueno, como ya hemos dicho, para el propio Sendero es indispensable que exista tráfico.

El consumo de cocaína no estaba penalizado internacionalmente antes de los 60, cuando EEUU logró imponer su burdo prohibicionismo en las Naciones Unidas. ¿Se ha reducido el consumo desde entonces? Al contrario: no ha hecho sino crecer, al mismo tiempo que han crecido las ganancias del negocio y la violencia asociada a él. No hace falta recurrir a las cifras para demostrar que la “guerra de la coca” es un tremendo fracaso para los que quieren reducir el consumo de cocaína, y es un enorme éxito para los que se enriquecen con el tráfico de droga y de armas.

¿Qué pasaría si se despenalizara? Probablemente, el consumo no aumentaría de manera significativa, más aún considerando que sigue siendo una práctica social y médicamente desincentivada. Pero sí desaparecería la violencia del narcotráfico, pues no tendría sentido comprar armas para defender un negocio legal. También desaparecería la corrupción, pues no sería necesario comprar jueces, policías ni guerrilleros. Por último, se desfinanciarían una serie de actividades que giran alrededor de la cocaína, incluyendo a los movimientos alzados en armas. Es decir, dejarían de morir muchachos y campesinos en una guerra absurda que no es suya, así como no es nuestra. Adicionalmente, si el negocio es legal es también regulable, y sus trabajadores pueden gozar de derechos al mismo tiempo que el Estado puede recaudar tributos que podría usar, por ejemplo, para una intensa campaña contra el consumo irresponsable de drogas.

No podemos sino removernos por el asesinato de los cinco policías en Pumahuasi y también por las aparentes ejecuciones de campesinos en Río Seco. No podemos sino sentirnos muy alertas ante la posibilidad de que una injusticia social persistente, un fanatismo nunca bien curado y un siempre boyante negocio de la coca se vuelvan a combinar para producir una nueva etapa de violencia. Pero tampoco podemos caer en la trampa y asumir como nuestra la causa anti-coca. Todas las guerras son lamentables, crueles y estúpidas, todo a la vez. Pero la “guerra de la coca” es doblemente estúpida, y no por eso menos lamentable ni menos cruel.


Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

1 comentario:

Nativa dijo...

Checa esta info y difundela!!!!!besos
Nati-va

Estimadxs todxs.
Tengo la satisfaccion de compartir con ustedes la noticia de la libertad de Roque Gonzales, injustamente detenido durante 10 meses acusado sin prueba alguna de liderar los inexisistentes vínculos entre las farc y el mrta. Hoy a las 12m el juzgado se pronunció y finalmente ordenó que sea puesto en libertad. Esperemos que esto suceda
Espero compartan nuestra alegria de los familiares y amigos y desde ya gracias a todos ustedes que de un modo u otro apoyaron en esta tarea, demostraron su solidaridad e hicieron posible que hoy la libertad de Roque se concrete.
En las proximas horas deben haber mas noticias!
un abrazo

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