martes, 11 de diciembre de 2007

Una (nueva) historia en 3 escenas

La Palabra Ingenua 11/12/2007
Por runa, comunidad del río hablador

Una (nueva) historia en 3 escenas
América latina: una década en el banquillo de los acusados

Escena uno: Alberto Fujimori, desencajado, grita “soy inocente” sin entender cómo es que los peruanos desagradecidos no le rendimos culto por habernos salvado del terrorismo y de la crisis económica. Escena dos: tres países andinos impulsan procesos constituyentes distintos (y con distinto éxito), pero todos en la línea de fortalecer el rol económico del Estado y de los espacios comunitarios. Escena tres: siete países sudamericanos firman el acta de fundación del Banco del Sur, una especie de banco cooperativo multiestatal en el que cada miembro tiene un voto independientemente de su aporte de capital. ¿Qué ha pasado en América latina?

Fujimori es un personaje perfecto para los años 90, década que encarna a la perfección junto con Carlos Saúl Menem, Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Salinas de Gortari y otros ilustres personajes. Pero no encaja en la década de los 2000 en la que América latina le ha dado la espalda a las políticas que estos señores implementaron de la manito de la CIA y el Fondo Monetario Internacional. Pero al menos Fujimori gobernó en concordancia con el contexto regional. En cambio Alan García siempre lo hace todo al revés: es estatista en pleno neoliberalismo y neoliberal luego del fracaso estrepitoso de ese modelo. En realidad parece que los políticos peruanos no entienden nada de lo que ha pasado en la región. Así que vamos a ayudarles un poquito.

Durante los 90 se impuso un modelo que, más que por medidas específicas (ajuste fiscal, privatizaciones, etc: las conocemos de paporreta), se caracteriza por un rasgo general: la política fue desplazada por la economía. Ante la crisis, los “expertos” decidieron que había llegado el momento de ocuparse de nuestros asuntos. Los programas políticos desarrollistas fueron rebajados a la categoría de “sueños bonitos”, inservibles para la ciencia “exacta” de la economía “consensuada” en Washington. Pero para destruir el “Estado elefantiásico” y los intereses corporativos a él articulados, se requería de la mano dura de los militares y, sobretodo, de mucha maña para neutralizar a la sociedad civil y a las organizaciones populares.

Pues bien: la política está de vuelta. Y resulta que las organizaciones sociales, que habían sido perseguidas y cuyos dirigentes habían “desaparecido”, siguen aquí vivitas y coleando. La transformación que ha tenido la región en estos últimos años no se reduce a la elección de presidentes de signo político parecido: por el contrario, estas elecciones sólo son el resultado del rol protagónico que han asumido los movimientos sociales y las organizaciones civiles.

Eso es lo que pensaba el lunes mientras veía a Gloria Cano y a Carlos Rivera, de APRODEH y del IDL respectivamente, asumiendo la defensa de las víctimas de la guerra sucia fujimorista; y a Gisela Ortiz mirando a la cara al hombre que mandó asesinar a su hermano. Ellos han sido protagonistas de la resistencia durante años, y son ejemplo vivo de que sí tiene sentido organizarse y denunciar los abusos del poder. Sinceramente, cuando yo gritaba “¡el chino a Yanamayo!” en las marchas contra Fujimori en el 2000 lo tomaba sólo como una consigna justa, pero no como una sanción factible. La fe y la convicción de los organismos de derechos humanos nos dan una lección a todos: sólo la sociedad civil organizada puede encargarse de que la justicia se haga efectiva.

Cuando el tribunal que juzga a Fujimori entró en receso, cambié de canal y encontré a Cristina Fernández agradeciendo, con la voz quebrada, el ejemplo de las madres de Plaza de Mayo que “se atrevieron allí donde nadie se atrevía”. En Argentina ya se derogaron las leyes de obediencia debida y punto final, también gracias al punche y a la organización popular.

Pero los movimientos sociales no solo han logrado llevar ante los tribunales a los corruptos y a los violadores de derechos humanos. También han logrado que se hagan realidad algunas de sus propuestas programáticas. Quizás el mejor ejemplo es la formación del Banco del Sur. Esta noticia ha sido invisibilizada por los medios de comunicación peruanos (¡viva la libertad de expresión!) cuyo análisis chato es que se trata del “banco de Chávez”. ¡Plop! El “banco de Chávez” ha sido fundado por los presidentes de Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Venezuela, Uruguay y Paraguay, y Colombia y Chile han manifestado públicamente su intención de participar en el proceso. La perspectiva de largo plazo es la de conformar un sistema financiero integracionista que, entre otras cosas, comprendería una moneda única. Además, se espera que progresivamente las reservas internacionales de la región sean depositadas en este nuevo banco. América latina tiene 111 mil millones de dólares en reservas, casi todas en bancos de EEUU donde rinden un interés bastante bajo. Esos mismos bancos nos prestan dinero a tasas de interés mucho más altas, lo que, como dijo Chávez el fin de semana, es “de tontos”. Ya nos podemos imaginar el pánico que le produce a EEUU que en los próximos años más de 100 mil millones de dólares salgan de su sistema financiero.

Pero lo más notorio de esta propuesta es que surge desde la sociedad civil (por eso es tanto más risible el mote estúpido de “banco de Chávez”). Hace ya varios años los movimientos sociales que trabajan el tema de la deuda externa vienen proponiendo la conformación de una “arquitectura financiera” distinta, y la idea de fondos regionales que puedan ser alternativas frente al fracaso del FMI y del Banco Mundial ha sido lanzada en innumerables documentos y foros. Hoy, que el Banco del Sur es una realidad, los movimientos siguen atentos para que este instrumento cumpla con sus objetivos originales. Por ejemplo, las organizaciones vinculadas a la campaña contra el ALCA hicieron pública una carta abierta donde plantean propuestas concretas.

El único país que está fuera de esta iniciativa es el Perú. ¡Es una vergüenza! Todos nuestros políticos y los medios de comunicación celebran la aprobación del TLC (¿?) y no dicen ni pío sobre el Banco del Sur. Alan García se pone de espaldas a la historia. ¿Podemos permitir que un Presidente arrogante y ciego se mantenga al margen de un proceso que a todas luces es estratégico, más allá de que uno sea de derecha, de izquierda o marciano?

No puedo dejar de mencionar los tres procesos constituyentes que tienen o han tenido lugar en estos días en Ecuador, Bolivia y Venezuela. La redacción de nuevas Constituciones también tiene que ver con el rol protagónico de las organizaciones populares. El año 2000 participé de un evento en Bolivia en el que la CSUTCB, un poderoso gremio campesino, tenía como consigna la convocatoria a una Asamblea Constituyente para refundar el país e incluir a los pueblos originarios. Hoy, Bolivia está por someter a referéndum la primera Constitución Política elaborada con la participación de una mayoría indígena -a pesar del sabotaje de la derecha, que ha buscado por todos los medios el fracaso de la Asamblea. Ecuador, por su parte, está en los inicios del proceso, y Alberto Acosta -el impulsor de la iniciativa de “dejar el petróleo bajo tierra” y uno de los que ha trabajado desde hace años el tema de la arquitectura financiera regional- ha sido elegido de manera unánime como Presidente de la Asamblea. Por su parte, Venezuela ha conseguido que su Constitución antineoliberal que fue aprobada en 1999 sea ¡por fin! asumida y defendida hasta por la derecha. Debo decir, por cierto, que estoy muy contento de que la reforma autoritaria propuesta por Chávez haya sido rechazada y, también, por el hecho de que el oficialismo haya aceptado su derrota. Pero es una pena que se haya mezclado la paja con el trigo y que no se haya votado la reforma por ejes temáticos separados. De esa manera, rechazar despropósitos como la reelección indefinida y la concentración de poderes ha significado también rechazar reformas progresivas como la reducción de la jornada laboral, la prohibición de la discriminación por orientación sexual y la ampliación del concepto de propiedad.

Estamos en un nuevo tiempo en el que la sociedad civil tiene suficiente fuerza como para hacer realidad sus exigencias de justicia, sus propuestas económicas y hasta sus diseños de Estado. Estos procesos no están sepultando el capitalismo: tan solo están dejando atrás el neoliberalismo, esa versión radical, antinacional y corrupta de la economía de mercado. Aún nos quedan muchas batallas por librar a los que creemos que el capitalismo, además de ser injusto, está llevando al planeta derechito al abismo. Pero esta semana densa nos deja una imagen muy gráfica de lo que está pasando en nuestra región: mientras Fujimori y su década neoliberal y antipolítica están en el banquillo de los acusados, América latina está construyendo las bases para un futuro diferente.


Nota: el documento original ha sido elaborado con OpenOffice.org Writer como procesador de textos. Utilice y difunda software libre: ¡No al monopolio corporativo de Microsoft y compañía!

1 comentario:

Nativa dijo...

bueno despuès de ya alguno dìas de juicio podemos ver lo "inocente" e "ingenuo" que es el ex presidente Fujimori,él solamente era presidente pero no tenía conocimiento de nada,ni de barrios altos, de la cantuta...en fin esto recìen comienza y esperemos q se le de una sentencia ejemplar...buen articula joven runa

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